19/12/14

Las bombas de Pablo Escobar

Para la década de los 80, tiempo de zozobra para los colombianos por el tema de los explosivos con los que Pablo Escobar intentaba postrarnos, nuestra familia tenía otro motivo de angustia. La abuelita se encontraba en cuidados intensivos en el hospital San Ignacio, ubicado en el campus de la Universidad Javeriana, al oriente de Bogotá.
Una mañana de aquellas, mi hermana Elizabeth se encargó de llevar al abuelo de visita al hospital. Estuvieron con la abuela hasta el mediodía, acongojados por el estado de su salud que anunciaba una pronta despedida.  
A su regreso, tomaron el ascensor de la clínica que estaba atiborrado de personal hospitalario y visitantes. En medio de tanta gente, un médico reconoció a mi hermana e indagó por su presencia allí.  Ella le contó sobre la salud de la abuela y se la recomendó.  Dejó su cartera en el piso para liberar sus manos y anotar los datos del doctor en su agenda. Se despidieron abriéndose paso entre la multitud y se dirigieron al vehículo para regresar a casa. A mitad del camino Elizabeth preguntó al abuelo:
-¿Ves mi cartera? ¿Estará en la parte de atrás?
-No mijita, atrás no hay nada.
- ¡Ay!, entonces la dejé en el ascensor -afirmó con angustia girando el carro devuelta al hospital.

18/12/14

Voy a ser astronauta


Por Leyla Osorio, voluntaria Fundación Social por Bogotá

El pasado tres de febrero el comedor de la Fundación Social por Bogotá, abrió sus puertas luego del receso de fin de año. Este comedor se encuentra en la vereda de Quiba, al sur de Ciudad Bolivar, sur-occidente de Bogotá . Anderson fue el primero en llegar para recibir su alimento. Llegó con su hermanita Nicol, de seis años, a quien le señaló dónde sentarse.  Él se dirigió a la coordinadora del lugar para constatar que seguía inscrito en la lista de los 160 niños y niñas a los que la Fundación les suministra almuerzo de lunes a viernes.  Con sus inmensos ojos, aumentados aún más por el grosor de sus lentes, y su tímida sonrisa, nos contó que era el encargado de cuidar a Nicol. En la mañana la despierta para bañarla y vestirla. Si hay algo de comer lo comparten, si no, esperan pacientemente que sean las once y media para venir al comedor y salir con la barriguita llena al colegio, que es en la tarde.

17/12/14

Una diablita que levita

Estudié en colegio de monjas. Nos tocaba rezar al inicio de cada clase, es decir rezábamos cuatro o cinco veces durante la jornada escolar. El peor mes era mayo; misa todos los días y antes de ir a casa, rezar el rosario.

Estaba en cuarto grado cuando se inició el curso de preparación para la primera comunión. Allí nos empacaron más de los mismos temas religiosos que ya recitábamos de memoria: los siete pecados capitales, la importancia de recibir el cuerpo de Cristo, las consecuencias del primer pecado, la creación, la composición de la santísima trinidad, etcétera, etcétera, etcétera. Debo confesar que me aburría terriblemente y poca atención puse al curso de primera comunión.  Esto lo comprobé un día en que, en una de las misas, una niña sentada a mi lado preguntó:
-¿La madre Silva dijo ayer que podíamos comulgar antes de confesarnos o confesarnos antes de comulgar?
Movilización de jóvenes ante la desigualdad social


Esta esta es una nota periodística que realicé en el año 2011 utilizando una herramienta de geo-referenciación: (Haz clic en el enlace)        







16/12/14

El Hip Hop con conciencia social


A través del Hip Hop muchos jóvenes han logrado salir de la drogadicción y la violencia de las calles, este programa de audio es un testimonio de ello. 


9/12/14


Una boda bastante accidentada

Nueve de la mañana de un domingo lluvioso de abril. Por fin, lista con mi incómodo traje de novia estilo barroco. Subí al coche alquilado para la ocasión, un Chevrolet de los años 50, en compañía de papá. Mis otros familiares nos seguían en sus respectivos carros. Avanzamos quince metros y ahí quedamos boquiabiertos. Un poste de energía atravesaba el sendero de adoquín, única vía de acceso y salida del conjunto campestre donde vivía con mis padres. Mi camino al altar se encontraba bloqueado. Literalmente bloqueado.
-Esto es un aviso del cielo cuñadita. – Empezó a molestar Iván, mi gran amigo de pregrado quien se había casado con mi hermana tres meses atrás. -Yo creo que mi suegrito contrató la tumbada de este poste- continuó, mirando de soslayo a mi padre. – ¿O será que Javier se arrepintió e hizo el mandadito? Cuñadita: ¡la vida te está dando otra oportunidad! Piensa: ¡el matrimonio es cosa seria! – agregó, tratando de distensionar la situación con su actitud burlona.

-¡No más Iván! - Lo callé y le pedí que se comunicara con Javier, mi novio, para enterarlo del percance.
 A los cuarenta minutos llegó la grúa, y me di contentillo pensando que ya había pasado lo peor del momento y que al menos tenía algo fuera de lo común que contar sobre mi boda. Pero no. Me faltaba vivir algo aún más sorprendente en ese tenso día. 

7/12/14

Panorámica del barrio Juan Rey al suroriente de Bogotá


La luna del Barrio Juan Rey

Leyla Osorio/Voluntaria ACJ-YMCA


Andrea es una mujer joven, obstinada e incansable a pesar de la adversidad. A sus 22 años llevaba una vida apacible en una finca ubicada en Murillo, municipio del departamento de Tolima, desde donde se observa el hermoso Nevado del Ruíz. Allí su labor era preparar la comida para los trabajadores de la finca donde se alojaba.

Un día se presentó la guerrilla exigiendo comida y agua. La amenaza de las armas no dio lugar a resistirse. Tiempo después llegó el ejército exigiendo igualmente alimento y sitio para descanso. Estas dos visitas acabaron con su tranquilidad. La siguiente vez la guerrilla la tildó de  "enemiga de la causa" por haber recibido al ejército. Le impusieron una fecha para abandonar la finca con su familia.